He escuchado muchas veces esta frase. Son de las frases que están más "de moda" junto con otras que no resisten mayor análisis en profundidad, y que sin embargo extravían muchas vidas sobre todo adolescentes.
Lo cierto es que los amigos son limitados: cambian, a veces siquiera a bien, y a veces siquiera el curso de los cambios los van encontrando. A veces siquiera el ciclo natural de las amistades va siendo recíproco.
Es natural que uno ponga un poco más que el otro en ocasiones, y que en un nuevo sub-ciclo los equilibre. Pero eso siquiera está asegurado en las amistades, que muchas veces terminan siendo unilaterales.
O cuando dices "mi amigo", ¿qué crees que estás diciendo?. Muchas veces hablas ¡de tu propia amistad!, proyectada realistamente (o no) sobre el otro quien te corresponda (o no) con sus hechos.
Con sus -ciclos- de hechos según hablé con anterioridad, cosa que también afecta a matrimonios y otras relaciones. Pero qué pasa con las otras relaciones: ¿son igual de importantes que la amistad?.
La verdad es que son INFINITAMENTE más importantes, y he aquí el por qué. Los amigos sí puedes dejarlos ir si se comportan muy mal durante mucho tiempo; la familia Dios la puso allí para que luches.
Para que te quedes hasta el final, pues Dios también supo ponerte determinados familiares para enseñarte cosas de tus propias actitudes que desconoces. Para enseñarte de tu propio "karma" que tú ignoras.
Por la familia, el matrimonio (ante Dios) y otras cosas que sí son de índole familiar propiamente dicha, Dios te pidió que no los abandones jamás. Te pidió, y lo sigue haciendo, conforme va vigilando toda tu Vida.
"Yo no elegí a mi familia"- dicen los desagradecidos y soberbios.
"¡Pues elige honrarla!"- les respondería yo a ellos, uno por uno.

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