Todos tenemos sobre los hombros un incalculable bien; y un mal. Un mal inevitable. Es el inexorable "envejecimiento cognitivo". Es el no razonar bien, que a nivel cerebral se impone en la vejez. Y por cómo vivimos hoy, desde los 40 años (sino antes). He conocido personas de 30 "limadas" no sólo física sino intelectualmente.
Defectos del envejecimiento cognitivo:
Nerviosismo: cual falta de templanza. Y si aparece, es un esfuerzo mental. E incluso una mera simulación.
Negatividad: al percibir las cosas. Todo "agrede". O todo esta mal; ese estilo. Una reclusión mental.
Malas interpretaciones: del entorno. Aún del pequeño entorno en que se viva esa reclusión.
Malas acciones: en respuesta. Pues si se percibe mal, se mal-actúa. Cero resiliencia real.
Impaciencia: en cuánto a los resultados, en especial espirituales. Una espiritualidad aguada.
Disciplina: que se exige. Pero que no se podría sostener internamente. Una mera compulsividad.
El justificar la violencia: creciente. Violencia "hacia los propios". Esos que aún persisten dulcemente.
Deseo de huir: indiscriminado. Como si todo nos hiciera irnos hacia otros lugares, otras naciones inclusive.
Vicios: reuniéndose y sofisticándose. "Cables a tierra". "Sentidos de la vida"; de una agotadora a nivel cerebral.
En definitiva, prima el dis-valor. Los valores caducan, y no sólo se pierden las buenas costumbres vividas como por ejemplo el haber ido siempre a misa, sino que caduca toda una actitud de tener valores. De defender lo justo. Comienzan las injusticias. Falsas acusaciones a escondidas, paranoias, etcétera. Cambia la persona.
Marco conceptual: a nivel cerebral percibimos las cosas, y la auto-percepción es difícil. Podemos convertirnos en la sombra de lo que éramos sin percatarnos, y acusando a nuestro entorno. Porque no podemos vernos realmente cómo somos... de eso hablaba este clásico -imperdible- a re-re-re-re-leer:
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