Además del deporte y la literatura, siempre me fascinó la religión. Las amistades que provienen de allí son un poquito diferentes. Pero incluso en la religión hay envidias. Lo curioso es que se tratan de envidias ¡sobre las mismas virtudes!.
Siempre me pareció raro que se envidien las virtudes. Que se envidien la fe, decencia, bonhomía, equidad, etcétera. Sin embargo, viendo "La cenicienta" me dí cuenta de lo común que es. Y de que es ¡la verdadera envidia!.
En Cenicienta, cualquiera diría que la envidia la tiene la misma Cenicienta. Vive recluida en el altillo de un palacio del cuál es sirvienta. Es natural pensar la envidia así. Sin embargo, una escena lo deja todo muy en claro:
¿Cómo abrazar al otro cuando tu misma envida es un puñal?
¡Se te clava en tu propio pecho queriendo disimularla!
Marco conceptual: esto que me pareció raro siempre, en realidad es la norma, y pasa entre todo tipo de amistades y relaciones. La verdadera envidia recae sobre bienes de tipo espiritual más que material.

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