Hay personas que se sobreponen y otras no, al intenso trajín cotidiano. Que tú te sobrepongas, y puedas salir a trabajar como la mayoría de las personas normales, no te da derecho a maltratar a otros.
Así es la vida para todos: fuertes, débiles, sensibles, extrasensibles y emprenduristas. Nadie tiene derecho alguno de maltratar a los demás. Por el contrario, debemos ayudarnos entre todos.
Es la misericordia, y no el trabajo, la verdadera ley. Pues sin ella no hay trabajo que valga. Sin ella estamos solos trabajando. Hay que trabajar todos en conjunto por un mundo mejor. Con misericordia, como hizo ese hombre con ese chiquillo.
Ese hombre, con ese gesto de comprarle pizza a ese chiquillo, valió más "su trabajo" que el de mucha gente que pasó por allí.

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